Tarija se conoce, entre otras cosas, por ser una ciudad limpia. Y los tarijeños son orgullosos de tener esta reputación.
Eso es sorprendente porque la gente en Sudamérica generalmente no piensa dos veces antes de tirar basura desde un vehículo o mientras anda en la calle, ni tiene la costumbre de reciclar. Y para muchas culturas occidentales, hacer esto es inconcebible.
Pero en Tarija se recoge la basura tres veces a la semana. Algunos tienen una canasta puesto sobre un palo en frente de la casa. La basura que está metida en esta se desaparece milagrosamente durante el día o la noche.
Colgamos las bolsas en clavos en un árbol cerca de nuestro departamento. O las metemos en un árbol entre una rama y el tronco. Estar un poquito alto impide que los perros las rompan buscando un snack de medianoche.
Todas las noches un ejército de mujeres limpia las calles, trabajando sin llamarse la atención hasta la madrugada. ¿Cómo lo sé?
He oído el sonido ‘chis, chis’ de las escobas de bruja a las cuatro de la madrugada y al echarle un vistazo a la calle he visto a ellas barriendo. Quisiera sacar un foto de estas damas del alba ¡pero son escurridizas!
En el centro comercial el camión pasa todos los días y la gente corre tras ello con su basura.
Es un sistema sencillo pero funciona muy bien; ¡otra contradicción boliviana!
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