Campanas de iglesias y las gallinas

Vivimos en el centro y, tal como se esperaría, a veces hay ruido – del tráfico, de las alarmas de automóviles, de los bocinazos, de la música del vecino que siga hasta la madrugada, y del sonido metálico del cascabel del camión de la basura haciendo su recorrido nocturno.

Sin embargo, hay otros sonidos que penetren hasta el profundo de su ser. Sonidos como el resonar de las campanas de iglesia a lo lejos, el cacarear del gallo del vecino a las cinco de la mañana, y el evocador sonido de la flauta del afilador mientras hace su recorrido.

Son sonidos que clamen por un nuevo día, que
quizás suelan pasarse por alto en el vertiginoso ritmo del mundo occidental que hemos dejado.
 



 
 
Son sonidos que me recuerdan de las siguientes citas por Tony Cohen:

"¿Qué significa asumir el sonido de la campana de iglesia, los fuegos artificiales a las seis de la mañana? Los asnos rebuznando... Los días y las semanas cobran ritmo, se despliegan en el tiempo. Las sendas adoquinadas que pisamos se hacen paisajes internos."
 

"Somos extraños acá atravesando un mundo de color, luz y aroma; el idioma es un enredo agradable de sonidos foráneos, la lechada de los muros viejos descascarándose en nuestros manos, el baldaquino de estrellas celestiales es solo nuestro."
 

Así que cuando visite, usted también podrá oír y apreciar mejor los sonidos, como las campanas de iglesia, las gallinas, y los demás sonidos cotidianos que le recuerdan que la vida normal sí existe.

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