Una de las muchas cosas que me encantan de vivir en Tarija es hacer las compras del mercado campesino cada semana. Siempre es una aventura. Es animado y de colores vivos, pero con todo una experiencia relajante y agradable.
Disfrutamos de distintos tipos de frutas y verduras, además de los granos, los frijoles y las hierbas que están disponibles. Todo es tan fresco, y por supuesto barato. Tratamos de comprar la mayoría de nuestra comida de este mercado. También, para que haya variedad de la comida de que disfrutamos, cada quince días visitamos el supermercado.
Hace unas semanas por fin compré pollo. Cuando acabamos de llegar a Bolivia, una amiga me mostró una pollería que me atemorizaba un poco, y por esto vacilaba. Pero entonces encontré bien cerquita de nuestro departamento una pollería de lujo (de estilo boliviano). El pollo es muy fresco, pero se compra entero, aún con la cabeza. Le pedí a la señora que la cortara, y lo hizo. No obstante, al llegar a casa, allí estaba la cabeza en la bolsa. Al parecer, ¡sopa de cabeza de pollo es muy popular!
También disfrutamos de probar de la variedad de vinos que producen los viñadores de Tarija. Es una experiencia regular y otra ventaja de vivir en la región vinicultura de Bolivia.
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