El viaje a Sucre en autobús

Hace poco viajamos por flota, o autobús, a Sucre por unos días y luego a Cochabamba. Esto implicaba que, de ida y vuelta, pasamos cuatro noches en la flota en distintas etapas del viaje.

En la primera etapa, saliendo de Tarija, se atascó en el lodo la flota en la falda de una montaña. A pico y pala el conductor y su ayudante la libraron del fango. Luego todos empujaron el autobús - ¡Así es! Pero no se olvide que eran las siete de la noche, en la lluvia y oscuridad, en el flanco de la montaña. ¿Los ayudamos nosotros? No. Nos quedamos dentro puesto que no queríamos mojarnos ni pararse en el fango. No obstante, sí estábamos listos para saltar de la flota si comenzara caerse por el precipicio.

En la siguiente etapa, a las dos de la madrugada, en medio del Altiplano, se pincho una rueda. El aire estaba fresco y las estrellas parecían irreales por ser tan brillantes. Nos cruzamos ríos y viajamos por caminos sin pavimentar que equivaldrían a los del Departamento Forestal en Nueva Zelanda - pese a ser las principales calles por acá. Pero también viajamos por calles pavimentadas más lisas que se pueden imaginar.

A veces nos subimos tanto en las montañas que, al mirar las estrellas, se tenía la sensación de pasar por en medio de ellas. El cielo era tan oscuro debido tanto a la altura como a que no hay contaminación lumínica, de modo que nuestros ojos y cerebros difícilmente entendían la vista. Era una visión bellísima y surrealista. ¡Hay que verla!

El paisaje es tan grande e impresionante. Es extraordinario, puro y extremo así que eleva a uno emocionalmente. Me cuesta explicarlo, pero cuando usted venga entonces lo sentirá tocar su propia alma.

Todos los conductores eran muy hábiles y nos sentimos muy seguros. Un viaje por flota es una experiencia imprescindible cuando venga a Bolivia; puede ser una verdadera aventura.


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